La era del contenido

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los carteles con luces de neón y los verbos en imperativo constituían una venta asegurada. Pero después llegó Internet y se abrió un abismo para la publicidad: el acceso libre a cantidades ingentes de información sobre cualquier cosa. Nacía así una nueva era de consumidores mucho más exigentes y escépticos, que antes de aventurarse a comprar se hacen miles preguntas.

Este panorama ha cambiado las reglas del juego en el mundo márquetin. Ahora el contenido es el rey. Nuestros clientes y potenciales clientes están ávidos de respuestas y, nosotros, debemos estar ahí para ofrecerles la información de calidad que están buscando. Podríamos decir que el márquetin de contenidos es lo más parecido al periodismo en el ámbito de la empresa. Se trata de analizar la actualidad del sector en el que nos movemos, detectar las carencias de información de sus consumidores y solventarlas con un contenido especializado, relevante y, en la medida de lo posible, imparcial. Es decir, nada de imperativos.

Pero no nos confundamos, esto de que el contenido sea rey no significa que el medio haya dejado de ser el mensaje. Porque el canal, la manera en la que hacemos llegar este contenido a nuestros clientes, es la reina. De nada nos vale una información de calidad si no sabemos moverla en la inmensidad de la red o en el ámbito off line. Necesitamos conocer muy bien a nuestros clientes para saber no solo a través de qué medio servirles la información, sino también cuál es el formato más adecuado para hacerlo. Y si algo tenemos en la actualidad son posibilidades: noticias, reportajes, boletines, revistas, newsletters, vídeos, infografías, blogs, eventos…  Solo si escogemos la opción correcta podremos conectar con nuestros consumidores.

Llegados a este punto la pregunta es: ¿cómo es posible vender sin decir “cómprame? Una estrategia eficaz de márquetin de contenidos permite posicionar a la empresa como experta en la materia. Este es un posicionamiento que, además de social, se extiende a los buscadores y que implica, por tanto, más visibilidad. Pero además, saciar la sed de información de tu público se traduce en una mayor fidelidad de los clientes actuales y en la captación de nuevos consumidores de la marca. Una vez que cumples sus expectativas, ten por seguro que hablarán bien de ti. Seth Godin resume la receta: “convierte a los extraños en amigos, a los amigos en clientes y a los clientes en vendedores”.

Fuente de la imagen: Granicus

¿Cómo generar engagement?

Decía Benedetti que “para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”. Es verdad… Para hacer un huequecito en nuestro corazón es fundamental saber cuánto le importamos a la otra persona. Debe demostrarnos que siempre, pase lo que pase, estará ahí cuando la necesitemos. ¿Qué voy a contaros que no sepáis?

La cuestión es que este planteamiento que nos resulta tan sencillo de entender, tan ligado a nuestra vida diaria, resulta ser clave a la hora de generar contenidos realmente útiles para una marca. Hay que saber conquistar al cliente, enamorarlo. Porque si lo conseguimos lograremos su compromiso y fidelidad. Esto es lo que recibe el nombre de engagement en el mundo del márquetin (sí, se acabó el romanticismo).

El primer paso es conocer a nuestros clientes: saber cuál es su perfil, qué están buscando y dónde. A partir de entonces, podremos desarrollar una estrategia de comunicación eficaz y proporcionarles toda la información que necesitan y en el momento en que la necesitan. No es una tarea fácil, pero de este modo podrán identificarnos como una marca de referencia, una marca que nunca va a fallarles.

Hay que tener en cuenta que en este ámbito no existen las recetas. Cada empresa es un mundo y, dependiendo de las particularidades de sus clientes, deberemos elaborar diferentes tipos de contenidos. No se trata únicamente de escribir posts por doquier. Comunicar es mucho más que darle al cliente algo para leer. Tendremos que ser capaces de detectar qué formato funciona mejor entre el público al que nos dirigimos (imágenes, vídeos, infografías, etc.) y cuáles son los medios más acertados para llegar a él (blogs, revistas, redes sociales, eventos, concursos, etc.).

Además, debemos esforzarnos en conocer cada vez más en profundidad a nuestros consumidores, ya que solo así es posible lograr la máxima fidelidad. Tampoco podemos perder de vista a los potenciales clientes interesados en nuestra empresa. En este sentido, son muy útiles las herramientas de inbound marketing, pero también es fundamental fomentar el diálogo y la interactividad. El público ha de percibir a la persona que hay tras la marca, sobre todo en redes sociales. Esto no significa que tengamos que presentarnos con nombre y apellidos. Se trata más bien de ser capaces de eliminar por completo esa imagen de “robot” que transmite frialdad y escasas posibilidades de comunicación.

Por supuesto, si queremos crear una relación sólida, esta conexión con nuestro público debe mantenerse de forma continua: antes, durante y después de la venta. No hay que olvidar que la mejor publicidad es la de un cliente satisfecho. Y en la era de Internet el boca a boca funciona.

Fuente de la imagen: Myklogica